Llevamos una larga y desértica travesía, es cierto, pero no la hemos hecho solos. Este país, esta tierra, tiene motivos más que suficientes para sentirse orgullosa de sus gentes, vistas tanto en su conjunto como casa por casa. Tiene motivos porque sin la existencia y magnífico funcionamiento de esas familias, de ese apoyo de padres y entre hermanos, muchos no habrían podido aguantar el tirón de tanta dificultad, de tanta crisis. Tiene motivos porque juntos, grano a grano, podemos hacer las más bellas alfombras o chapas para una romería y juntos, uno a uno, salvar miles de vidas porque detrás de cada ambulancia que sale corriendo con la esperanza de un trasplante hay una familia que dice “adelante” en medio de su tristeza. Este país, esta tierra, merece la pena porque tenemos la juventud mejor preparada de la historia pero vienen de unas universidades con mucha teoría y poca práctica. No tienen experiencia. Por lo tanto, sustituir en las empresas juventud por experiencia no es una